El Futuro

"No es síntoma de buena salud el estar perfectamente adaptado a una sociedad enferma"

 Jiddu Krishnamurti

El día después de mañana nadie recordará lo que por estas tierras muy pronto va a acontecer. Todo habrá sucedido como suceden las cosas en las pesadillas: sentirás alivio al despertar, pero sabrás desde lo más profundo de tu ser que por momentos todo parecía un callejón sin salida. Cuando seas verdaderamente consciente de que lo peor ya ha pasado, recordarás los temblores, los sudores fríos y el delirio. Por un tiempo indeterminado, seguirás despertándote de madrugada al menor ruido, y por momentos no sabrás si las imágenes que tienes grabadas corresponden a un mal sueño. Algunos no se darán cuenta de que la revolución había comenzado hasta que les salpique encima, y muchos otros no llegarán jamás a comprender lo que realmente había al otro lado del espejo.

El día de mañana arderán las calles, y sólo algunos serán testigos de cómo se consumen las últimas cenizas. Eso lo sabemos todos. Lo sabe el carnicero, que escucha la radio cada día. Lo sabe el profesor, que trata de responder preguntas que no comprende. Lo sabe el político, que sigue tensando la cuerda, y lo sabe Rouco Varela, que está aprendiendo a leer al revés para pactar con el Maligno el día que todo estalle. La gente correrá despavorida de un lado a otro, y no habrá nadie que escuche sus lamentos ni sus gritos, porque todos alrededor también estarán corriendo hacia ninguna parte, preguntándose si alguna vez el esperpento de sus vidas tuvo algún sentido, si es que preguntarse tal cosa sirviera de algo a esas alturas.

A día de hoy, las cosas están como están. Cuesta pensar que todo seguirá igual por mucho tiempo, sobre todo cuando en Hungría se ha suprimido el derecho a huelga y han sacado adelante una ley para internar a desempleados de larga duración en campos de trabajo forzoso, con la aquiescencia – al escribir esta palabra no puedo evitar alzar la barbilla unos centímetros - de la Unión Europea. Pero pocas cosas podrían sorprender que pasaran a estas alturas cuando alguien como Belén Esteban cobra más de un millón de euros al año, el canal CNN Plus Noticias lo cambian por Gran Hermano 24 horas, hay más de tres millones de viviendas construidas y no pueden ser vendidas mientras que cientos de miles de familias han sido deshauciadas, hay plantas enteras de clínicas y hospitales vacíos, miles de doctores sin empleo y cientos de miles de enfermos esperando meses para ser atendidos – sin olvidar que más del 40% del capital se encuentra en paraísos fiscales, con perdón -.

Y cuando el pueblo dice basta ya, vamos a hacer algo, salgamos a las calles, organicémonos, planteemos propuestas, seamos positivos, constructivos… el Estado envía a los agentes violentos de Matrix para detenerlos: reprimiéndolos, apaleándolos, arrestándolos, y a los agentes mediáticos de Matrix para etiquetarlos de perro flautas, franciscanos, etarras, y cualquier mierda que se les pase por la cabeza con tal de separarnos, dividirnos y enfrentarnos. Y mientras tanto seguimos votando, seguimos pagando tasas para que cuatro hijos de puta construyan trenes de alta velocidad y bombardeen gente inocente, seguimos comiendo basura y viendo telebasura, y seguimos mandando a nuestros hijos al colegio para ser programados, adoctrinados y domesticados desde que empiezan a tener uso de razón para que la siguiente generación sea como nosotros, partícipes directos de este circo sanguinario y dantesco.