“Porque un hombre no es un DNI, ni un país una entidad crediticia”.
Mr Leonard Cohen
La siguiente generación viene con una sonrisa
en los labios, y ésa es su mejor arma. Una generación que ha sido liberada del
monopolio de los medios de comunicación - del que los gobiernos han
disfrutado hasta hace un par de décadas, haciendo uso de su
influencia para propagar el miedo con la persistencia de una molesta
rutina, como un siniestro pan de cada día -. Nos encontramos en un nuevo
contexto, donde el lavado de cerebro al que diferentes generaciones han sido
sometidas por parte de los poderes fácticos, es incapaz de alcanzar su cometido
durante estos días inciertos: gracias a una herramienta tan
espectacular como es Internet, la nueva generación se compone de individuos
autónomos, conscientes de que la realidad presente es un artificio, una gran
falacia institucionalizada con el único fin de preservar un status quo
que apesta a naftalina. Y esto, como nos podemos imaginar, no le hace gracia a
nadie.
La generación que viene escupe en el suelo, y
grita vehementemente hasta aquí hemos llegado. Podríamos decir que
ha venido al planeta Tierra por las mismas razones que generaciones anteriores,
pero estaríamos cayendo en un grave error de comprensión o interpretación de
los hechos. La nueva generación tiene como misión renovar la anticuada manera
de pensar por un conocimiento que va más allá de la información tangible
representada en Matrix, en un violento tsunami que arrancará las raíces que
sustentan el viejo régimen. Estamos hablando de millones y millones de almas
con la fuerza de una ola gigantesca, inmunes a las mentiras y contradicciones
del sistema.
La generación que viene, por alguna extraña
razón, puede ver lo que se esconde detrás del espejo, algo que nuestros
ancestros nunca fueron capaces, inmersos como siempre estuvieron, en una
amalgama de condicionamientos sociales. La lucha ha comenzado, pero ellos saben
bien que esta batalla no es como las anteriores. Para empezar, esta batalla
está ganada de antemano. Al contrario que sus predecesores, ellos no luchan por
su libertad: saben que son libres, lo sienten dentro del pellejo. Sólo quieren
desarrollar su infinito potencial como seres humanos divinos, únicos e
irrepetibles, alejados de dogmas arcaicos y de métodos de organización
y control obsoletos: “una manera de vivir diferente. Pero eso, depende
de tí y nadie más. Porque en esto, no hay ningún maestro, ni alumno, no hay un
líder, ni tampoco gurús, no hay amo ni sirviente. Tú mismo eres el
maestro, el alumno, el amo, el gurú y el líder. ¡Tú eres todo!” (Jiddu
Krishnamurti). La generación que viene es sensible a la conexión y armonía de
todos los elementos, conocedores de que la realidad en tres dimensiones no es
más que una manifestación física de la consciencia, de lo infinito. La noción
lineal del tiempo se convierte en una broma de mal gusto, porque esta
generación sabe que ellos son la suma de la totalidad de las generaciones que
la precedieron, y también la semilla de todas las generaciones venideras. A
diferencia de las anteriores, esta generación es consciente de que somos
eternos.
La generación que viene usa el fuego del amor como
arma de creación masiva, imparable, destruyendo las murallas del intelecto,
expandiendo su poder creativo mas allá de lo puramente imaginable. Esta
generación no necesita de autoridades científicas que den validez a lo que
sienten, y mucho menos autoridades religiosas que lo aprueben con su
consentimiento o su rancia condescendencia. Muy al contrario, encuentran las
respuestas dentro de sí mismos, en silencio. Seres humanos conscientes de
su maldad y su bondad, de ser el que observa y a la vez aquello que es observado.
La nueva generación se rige por unas simples instrucciones: ”¿qué
instrucciones eran esas? Nunca lamentar, ni siquiera casualmente, y si queremos
expresar la derrota que nos ataca a todos, tiene que ser en los estrictos
confines de la dignidad y la belleza” (Mr Leonard Cohen).
No hay comentarios:
Publicar un comentario