"Tengo una pregunta que a veces me tortura: ¿estoy loco yo o son los demás?"
Albert Einstein
Pronunciar la
palabra levante por esas benditas tierras del sur es como mentar a la bicha o
invocar al maligno; viene a ser como un huésped indeseable que, sin haber sido
invitado, suele quedarse de tres a siete días de media, aunque hay veces que su
estancia llega a prolongarse un par de semanas. Cuando esto último sucede, el
carácter jovial y desenfadado de los lugareños se torna irremediablemente
avinagrado, los violentos se embravuconan y se altera el ánimo de los dóciles,
multiplicándose el número de divorcios en los días de máxima agitación
atmosférica. Este es el caldo de cultivo del que bebieron aquellos locos
legendarios que daban enjundia y color a las callejuelas de mi pueblo.
Uno de los más
queridos y admirados fue “el Pilao”, cuyas gestas y andanzas se recordarán a
través de generaciones. “El Pilao” era el álter ego de Michael Knight, el conductor del coche
fantástico, o al menos eso pensaba él: luciendo un muñón en su pie derecho que
le provocaba cojera, “el Pilao” se colocaba junto a la fila de los coches que
estaban parados con el semáforo en rojo, y tan pronto se iluminaba el disco
verde , “el Pilao” salía embalado por la carretera como un coche más,
repitiendo su famosa retahíla donde hablaba con el reloj imaginario de su
muñeca: Michael Knight lalalá,
Michael Knight lalalá, Michael Knight lalalá...
Pero sin lugar
a dudas, Antonio “el Profeta” era el más carismático. Imagínese usted que va
tranquilamente caminando por la calle, y de repente se le acerca un señor de
frondosa barba y le mira fijamente a los ojos. Acto seguido, acerca su cara de
loco - sin timidez alguna - muy cerca de la tuya, y dándote pequeños codazos en
señal de complicidad, te puede contar desde que la Virgen María se va a presentar a las
próximas elecciones generales o que el próximo Papa de Roma será un enano disléxico, rompiendo a carcajadas y sin dejar de repetir
aquella antológica coletilla: ¿a
que no?
La “Bruja
Piti”, “el Carmelo”, Juan “el Muere” o Adolfo “Tralará”, cada loco con su tema,
cada uno con una historia particular, cada uno de ellos con una peculiaridad diferente
que los hacian únicos e irrepetibles. Aunque para ser honestos, más que el
levante, lo que vuelve loco a la gente de La Isla es el pescaíto frito de “El
Dean” - “Lardeán” para los autóctonos -, ¿a que no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario