jueves, 31 de mayo de 2012

Escritores

“Cuando has tenido suficiente tiempo para currarte una pieza por la noche, y la ves por la mañana, con el Sol… a mí me parece increíble; eso es lo más bonito que hay”
Jun



                        Suelen llevar zapatillas de deporte y ropa ancha, generalmente con capucha, aunque muchos se coronan la testa con una gorra. Sus herramientas de trabajo consisten en botes de aerosoles - que muchas veces son fruto de algún hurto -, pero también hacen uso de otros elementos como pintura plástica, acuarelas o rotuladores. Vagones de trenes y de metro, puertas de garage, paredes y murallas les sirven de lienzo. Les gusta el rap, pintan graffiti y se hacen llamar escritores.

                        A finales de los sesenta, en un contexto de revueltas sociales, corrientes culturales alternativas y conflictos raciales, un subversivo movimiento se origina en las calles de Filadelfia y Nueva York. ¿Quién era el loco o el insensato que hubiera imaginado que aquellas acciones aisladas de unos adolescentes aburridos en los suburbios de Manhattan se convertirían, en escaso tiempo, en un fenómeno a escala mundial?

                        En el sector Washington Heights, separado por el río Hudson del barrio del Bronx, vivía un adoloscente de 17 años conocido por el diminutivo de Demetaki, derivado de su nombre de pila griego, Demetrius. Este chico corriente, que trabajaba de mensajero, decidió escribir Taki 183, - es decir, una mezcla de su apodo y la calle en la que residía -, por las calles y metros de Nueva York. Hay muchas voces que aseguran que el verdadero pionero de esta nueva forma de expresión fue un escritor que firmaba como Julio 204, pero fue Taki 183 el que alcanzó la fama en el verano de 1971, al aparecer en el New York Times un artículo refiriéndose a sus andanzas.

                        Entrevistado por el periódico, Demetrius preguntaba a los periodistas: “¿por qué persiguen a un pobre chico? ¿Por qué no persiguen las autoridades a las empresas de publicidad que ponen pegatinas en todas las partes del metro en tiempo de elecciones?”. Una gran parte de la sociedad considera el graffiti como una forma de vandalismo que deteriora el paisaje urbano, representando una fuente de inseguridad ciudadana. Esta mala reputación contribuye a que el graffiti sea una actividad ilegal, y los escritores corren el riesgo de pagar fuertes multas o verse con los huesos en la cárcel en el peor de los escenarios. Sea como fuere, como si un impulso de índole vital los atrayese, los escritores continúan pintando túneles y paredes, desafiando las leyes y a los cuerpos de seguridad con el fin de dotar de vida y color a la ciudad.

“En democracia, a menudo hay que saltarse las leyes: debe existir tolerancia para que eso ocurra, así como para que las leyes sean removidas o alteradas. Una visión de tolerancia cero no es compatible con democracia, y una ley existente no tiene por qué ser necesariamente justa. En mi mundo, escribir está totalmente justificado. Desde ese punto de vista, tengo los derechos reservados para pintar con colores sin permiso. Alguien lo tiene que hacer, o la ciudad por completo se volverá blanco crema y gris“.
Kaos

Para unos, su labor se define como vandalismo. Para otros, su actividad no es más que una forma de expresarse libremente. Lo que parece ser que está claro es que nuestro espacio urbano, repleto de mensajes publicitarios hasta en la sopa, amparados por la legalidad - y justificados por el capital -, seguirá estando acompañado de estas espontáneas manifestaciones artísticas por mucho tiempo, a pesar de la coerción y mala prensa que, generación tras generación, sufren estos peculiares e insaciables artistas callejeros. 


3 comentarios:

Cattz dijo...

Mi problema es con los del "Pepe quiere a Laurita" o "Manolete estuvo aquí" junto con firmas en negro feas como demonios.

Hay grafittis que son arte y grafittis que son para pegar al "artista" hasta quedarse sin mano.

Uncle George dijo...

Vaya, vaya... ¡parece ser que se han alineado los planetas y me han dejado un comentario! Querida lectora, si un día se cruzan nuestras vidas, recuérdeme que le invite a langostinos.

Cattz dijo...

Si leer yo leo siempre, lo que pasa es que como lo hago desde el Reader de Google me da pereza comentar XD
Y a langostinos no, mejor unas coquinas o cazón en adobo XD